Suerte en la vida.

¿Qué mierdas significa? ¿Es que acaso todo lo que puede suceder en nuestra vida va relacionado con la suerte? ¿Por qué dejar en manos de «la suerte» el rumbo de nuestras vidas?

no es suerte es esfuerzo

No es suerte.

Es trabajo.

Es constancia.

Es esfuerzo.

Es insistencia.

Es interés.

 

Las ganas, el interés, lo que insista, cuánto me esfuerce, el trabajo que invierta, todo esto me dará como recompensa lo que espere. Y no será por suerte. Será por méritos propios.

No puedes ser una estrella del pop internacional

si no cantas (bien), aprendes y te esfuerzas. 

No serás una gran pintora ni tendrás cuadros propios

si no pintas, aprendes y te esfuerzas. 

No te publicarán un libro, si no lo escribes (bien),

trabajas y te esfuerzas.

No obtendrás lo que quieras si no lo haces,

aprendes y te esfuerzas.

 

Es como la expresión «¡Joder! qué suerte tienen algunos» (disculpad pero necesitaba añadir ese joder). ¿Qué «suerte»? ¿Y si esa persona se lo ha currado?

Admito que, actualmente, la sociedad funciona a base de apellidos y «padrinos». Pero lo de ellos tampoco es suerte, es caradura, enchufismo y otra serie de variantes que no tienen que ver con la suerte. En este texto no hablo de esa gente y de esta injusticia que está rigiendo la sociedad. Este texto habla por y para todos aquellos que se lo merecen. Que trabajan. Que se lo buscan. Así que…

 

No te obsesiones por su «suerte»

y sigue trabajando la tuya.

 

 

¿Y qué hay de la mala suerte? Son todas esas excusas baratas como «No consigo lo que quiero por mí mala suerte». «Porque soy gafe». «Porque la reunión es en martes 13». «Porque hace 5 años rompí un espejo». «Porque antes de la entrevista se me cruzó un gato negro». ¡Excusas de mierda! Deja que pregunte…

¿Y si es TÚ culpa?

Porque no preparaste esa reunión. Porque has estado 5 años obsesionado en que todo sale mal por culpa de ése espejo roto. Todo porque quizás, solo quizás, estabas más atento al resultado que a lo que hacías.  Más atento en la meta final que en el proceso de trabajo.

O quizás no, quizás es solo que no encajabas allí, que alguien lo hizo mejor, que aún puedes mejorar. Que tienes otras puertas, otras oportunidades y más tiempo para mejorarlo y seguir trabajando en ello. No importa recibir un «No» o 10.000 «No». Que eso no te desanime. Recuerda; constancia, insistencia, trabajo, esfuerzo.

 

Hay cientos de miles de oportunidades.

Aprovéchalas.

cintos de oportunidade

 

No existe la suerte. Sólo las oportunidades y lo que tú hagas con ellas.

Existe tu trabajo y lo que te esfuerces en ello.

Existe tu constancia y la insistencia que apliques en su realización.

Existen tus ganas y tu interés e importancia que quieras darle a ese proyecto en tu vida.

 

No es cuestión de suerte.

 

Atentamente: Realísticamente Rubia.

 

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La dificultad de la diferencia.

Hoy en día es muy complicado ser original, ser diferente, resaltar por algo. La diferenciación es cada vez más difícil, a no ser, que tú ya seas diferente.

Hoy en día vivimos en una sociedad que nos indica que moda debemos seguir, que debemos hacer, y cómo tenemos que hacerlo, por lo que todos somos iguales, incluso aquellos que se creen diferentes acaban cayendo en algún nuevo grupo social, que si no existe, ya los nombraremos, solo para extinguir así cualquier ápice de creatividad, originalidad o diferencia. Porque es más fácil etiquetarlo todo y que nada se nos escape, que todo sea normal, porque la extravagancia es malo. Ser diferente, ser especial es malo, eso te convierte en un marginado, y estar solo también es malo.

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Y si haces algo diferente, está mal, porque no lo has hecho como debías. ¿Empezar a leer una revista desde la contraportada? Mal. ¿Ponerse deportivas con un vestido? Mal. ¿Decir que la película es mejor que el libro? Mal. Y da igual que no hayas leído el libro… porque mientras estés de acuerdo, digas o hagas lo que el 80% de la sociedad o lo que el poder mande, estará bien.

No está bien ser diferente, no está bien pensar diferente, no está bien querer desencajar de la caja para ser uno mismo. No está bien. No está bien porque debes que seguir las normas sociales. Porque el protocolo está establecido, y si no lo cumples, lo estás haciendo mal, y eso te hace diferente te convierte en un rebelde, un maleducado, incorrecto, amotinado e indócil. Una terrible descripción para alguien que solo quiere seguir su camino a su manera.

Y no hablo de crear revoluciones, ni de convertirnos en delincuentes, hablo de algo tan simple como poder hablar, decidir y opinar sobre uno mismo sin sentirse juzgado, sin sentirse avergonzado para hacer lo que quiere. Hablo de poder salir a la calle con disfraz de pirata cualquier día sin que miren raro, de poder decir “soy asocial” sin que te tachen de loco, de poder escoger la dirección de tu vida sin un orden establecido, de hacer lo que quieras con tu vida, sin que te repitan que lo que piensas está mal, sin que te digan lo que tienes que hacer porque siempre se ha hecho así y todo el mundo lo hace así, sin que te avergüencen por el simple hecho de ser diferente.

Pero claro, uno se siente tan culpable por ser diferente, solo por pensar que está mal, que al final el simple hecho de ser diferente no es tan simple. Quizás solo deba exorcizar mi mente.

Atentamente: Realísticamente Rubia.

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¿Quién calla otorga?

 

Hay diferentes formas de expresión, y no todas se expresan mediante imágenes y palabras. Muchas veces se expresa mediante el silencio. El hecho de no hacer alarde de tu opinión públicamente no significa que no tengas opinión. Y más importante de todo, el hecho de no expresarla no quiere decir que te conformes o qué estés de acuerdo con la situación expuesta.

Centrándonos en ese estúpido dicho qué afirma que «Quien calla, otorga» aclararé que lo único que otorga es la estupidez hacia la persona que lo menciona para rebatir su razón e imponerla en contra de otras opiniones. Muchas veces callamos porqué la conversación no conduce a ningún lugar, y por no malgastar saliva lo que hacemos es callar para poder avanzar a un nuevo tema de conversación. Pero la gente asocia el silencio como sinónimo de “me rindo, has ganado, tú tienes toda la razón del mundo y eres el ser más inteligente del planeta”. Bien, permitidme ofreceros el verdadero significado del silencio; “¡Cállate ya y cambiemos de tema!”. Ésta sería la versión borde, pero también la más efectiva.

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Hay cientos de miles de personas con todo tipo de opiniones, y un alto porcentaje de esas personas no las proclama de manera pública. Hay quienes prefieren mantenerlas en secreto para no crear polémicas, para encajar, por temor a estar equivocado o simplemente por que no tiene ningún tipo de necesidad por hacer su opinión pública. Esto significa que por el hecho de mantener el silencio no te está dando la razón, ni está de acuerdo contigo, y probablemente tampoco comparta opinión, simplemente no quiere meter baza en ese asunto. Ni para bien, ni para mal.

Cada vez son más personas las que pretenden mantener su boca cerrada para no verse involucrados en problemas de “el otro día dijo aquello y ahora dice esto otro” por culpa de gente bocazas con incontinencia verbal. El silencio es casi tan poderoso como las palabras. Pero cualquiera de los dos bandos has de saber usarlos a tu favor. Y ninguno de esos dos son fáciles de dominar. No es bueno abusar de uno de los bandos, se necesita un equilibro.

Yo peco de opinar demasiado. Como podéis leer aquí no para de plasmar opiniones. Pero eso no quiere decir que no sepa callar. Hay muchos temas de los que tengo opinión y probablemente no la haré pública. El caso es que lo pienso bastante antes de hacer opiniones, y solo opino con un 100% de honestidad para que, aunque me equivoque, no me explote en la cara como “falsa” o “mentirosa”. Puedo tener más o menos razón. Puedo equivocarme y cambiar de opinión. Pero no negaré que he dicho o escrito algo. Porque aunque haya cambiado de opinión soy consciente de que algún día dije lo que dije porque lo pensé. Y admito que solo callo cuando veo que hemos acabado en un bucle con la otra persona a la hora de expresarnos o estar en desacuerdo, o bien cuando no quiero opinar. Y ¿Sabéis qué? No por callar tengo menos razón, ni tampoco le doy más razón. La verdad es que no quiero malgastar mi tiempo y saliva con quién no sabe apreciar ni respetar mis ideas, teorías y opiniones.


Atentamente: Realísticamente Rubia.

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¡Qué mala es la envidia!

 

Hay algo que las personas no saben hacer, y ese algo es contener su odio hacía personas que tienen o hacen lo que ellos mismos no se atreven a hacer, no pueden tener o no saben hacer. Eso les corroe por dentro de una manera inimaginablemente horrible.

Sería maravilloso que las personas dejarán de compararse unas con otras. Es un defecto tan deprimente, frustrante y reprobable que no solo rompe relaciones amistosas, amorosas o profesionales, también rompe la relación de una persona consigo misma. Por culpa de la envidia puedes terminar perdiendo toda consideración hacia ti mismo, por rabia a no ser como la otra persona. Es algo que todo ser humano puede sufrir. Incluso el ser humano más equilibrado mentalmente.

¿Por qué no veis el “éxito” de otros como un estímulo para alentarte a conseguirlo tu también? Claaaro… es muy fácil criticar y quejarse mientras te quedas de brazos cruzados y te dedicas a odiar a las personas solo porque tu no tienes el coraje para seguir adelante y vivir tu vida como quieres. Es mucho más sencillo quejarse. Pues déjame decirte una cosa, por mucho que odies a esa persona, por mucho que la envidies y por mucho que te quejes, las cosas no van a cambiar por si solas. Al igual que llorar no arregla los problemas, envidiar no cambia situaciones. Solo te hace sentirte más desgraciado.

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Pero… ¿Hay algo positivo en la envidia? ¡No! Aunque si eres buena persona serás capaz de convertir tu envidia en algo sano y utilizarlo como estímulo o ambición para lograr lo que quieres sin dañar a los demás. Y lo mejor de convertir la envidia en ambición es que no tendrás que sentirte avergonzada por sentirla. Dejaría de ser algo dañino para convertirse en algo de lo que sentirse orgulloso.

Todo depende de lo que decides hacer cuando la sientes; Ser una persona horrible, o convertirte en alguien que quieres que los demás envidien. La vida no regala nada a nadie, si quieres algo, ¡esfuérzate! Piensa “Sí tu puedes, yo puedo”, aunque te cueste más trabajo. No te limites a lamentarte, quejarte y protestar. ¡Muévete!¡Haz algo para cambiar! Y algo también sumamente importante es que aprendas cuáles son tus limitaciones, y que te quieras “con ellas” y no “a pesar de ellas”.

Quizá tu camino hacia tu objetivo sea más largo que el de la otra persona. No por ello has de odiarla. Mejor admírala. Ni si quiera sabes lo que ha podido tener que hacer para lograrlo. Si, también es cierto que el mundo está lleno de injusticias. Hay miles de personas con cosas o en sitios que no merece. Pero que la envidies no cambiará nada. Si tu lo quieres, convierte esa envidia en ambición, y demuestra que lo mereces.

La envidia es un sentimiento tan corrosivo que envenena. ¿Qué tal si paráis de quejaros de las injusticias materiales y empezáis a hacer algo útil con vuestra vida?

Atentamente: Realísticamente Rubia.

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